De Joaquín Balaguer a Joe Biden: LOS DESAFÍOS DE LA SENILIDAD EN EL PODER
Por:
César Rodríguez
En la política, la edad y la capacidad mental de los líderes siempre han sido temas de discusión y preocupación. Dos figuras políticas que han enfrentado escrutinio por su edad y estado de salud física y mental son Joaquín Balaguer, ex presidente de la República Dominicana, y Joe Biden, el actual presidente de los Estados Unidos.
La condición senil de ambos líderes no solo ha sido un punto de debate, sino que también ha influenciado significativamente su capacidad para gobernar y, en el caso de Biden, puede impactar su habilidad para ganar las próximas elecciones presidenciales pautadas para noviembre de este año 2024.
Joaquín Balaguer, quien gobernó la República Dominicana durante varios periodos, es recordado tanto por su longevidad en el poder como por los desafíos que enfrentó debido a su limitación visual, avanzada edad y salud deteriorada. Durante sus últimos años en el poder, Balaguer era ciego y mostraba signos evidentes de deterioro cognitivo. A pesar de esto, se mantuvo en el poder mediante un control férreo y autoritario, apoyándose en un círculo cercano de asesores y aliados políticos que le permitieron gobernar a través de delegación y control indirecto.
Por otro lado, Joe Biden asumió la presidencia de los Estados Unidos a los 78 años, convirtiéndose en el presidente más anciano en la historia del país. Desde su campaña electoral, ha habido preocupaciones sobre su capacidad cognitiva y física para desempeñar el cargo. Los lapsus verbales y momentos de confusión durante sus discursos y apariciones públicas han alimentado la narrativa de que su edad podría ser un obstáculo significativo para su administración y reelección.
La condición senil de Balaguer, aunque evidente, no impidió que se mantuviera en el poder. Sin embargo, su estilo de gobierno y el contexto político de la República Dominicana permitieron que pudiera gobernar mediante un sistema casi dictatorial, donde el control directo de cada aspecto del gobierno no era tan necesario como en una democracia más participativa y transparente como la de los Estados Unidos.
En contraste, la democracia estadounidense requiere un liderazgo más visible y activo, donde el presidente debe estar constantemente presente y en control de las decisiones cruciales. La percepción pública de la capacidad de Biden para gobernar de manera efectiva puede influir negativamente en su intento de reelección. En un entorno político polarizado y con una oposición feroz, cualquier signo de debilidad puede ser explotado por sus adversarios para cuestionar su idoneidad para un segundo mandato.
Además, la actual coyuntura geopolítica presenta desafíos significativos para cualquier líder mundial. La tensión con potencias como China y Rusia, la necesidad de abordar el cambio climático, y la gestión de la recuperación económica post-pandemia requieren un liderazgo firme y decisivo. La percepción de que Biden puede no estar en plena capacidad para enfrentar estos desafíos podría afectar no solo su imagen doméstica sino también la posición de Estados Unidos en el escenario mundial.
Si Biden logra ganar la reelección, su condición senil podría influenciar en la administración de su nuevo mandato de manera más pronunciada. A diferencia de Balaguer, quien gobernaba en un contexto de menor escrutinio internacional, Biden estaría bajo una lupa constante tanto de aliados como de adversarios globales. La confianza en su liderazgo y la capacidad de su equipo para compensar cualquier deficiencia será crucial para mantener la estabilidad y efectividad de su administración.
Finalmente, la comparación entre Joaquín Balaguer y Joe Biden resalta cómo la senilidad puede afectar de manera distinta dependiendo del contexto político y las estructuras de gobierno. Mientras que Balaguer pudo mantenerse en el poder mediante un control autoritario y la delegación de responsabilidades, Biden enfrenta un entorno donde la percepción pública y la transparencia son esenciales. La condición senil de Biden no solo es un tema de salud personal, sino una variable crítica que puede definir el futuro político de Estados Unidos y su papel en el mundo.
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